lunes, 19 de julio de 2010

Fecha 3 - Barrilete 4x3 Garranda

La batalla de Garranda II


"...en mundo de comunes quien se diferencia acapara la atención, pero sólo quien lucha por su vida con pasión deja su legado y vivirá siempre en el corazón de quienes sigan luchando..."

No era un día mas para Sebástian, El Guerrero, el fuego reflejado en sus ojos al observar el amanecer aventuraba el presagio de lo que en unas horas mas tardes estaba por venir. Sebástian II, comandante en jefe y estratega galopaba entre los bosques nevados y las fieras nocturnas para llegar a tiempo al día D.

El Primer Ministro Juan José y el Niño Santi quedaban a cargo del batallón si el frío y los peligros terminaban con la vida del comandante. Patricio El Sicario lideraba el grupo de los sabios que ensayaban sus opiniones en tertulia embravecida, haciéndole honor a la historia del Clan Cremona.

La última batalla fue derrota y el destierro obligó a disputar la hidalguía contra los Guerreros de Garranda tal cual aquel día en que el Capitán cayó en desgracia. Todos sabían que de volver a caer, el prestigio y la historia se harían añicos. Pablo El Diablo fue el primero en caer, un corte profundo en su cabeza le dejó una nueva cicatriz. De inmediato, Diego, el niño de Oro saltó al campo para cubrir su flanco, mientras que en la prime línea se vislumbraban las primeras arremetidas del Niño Santi y Marcelo, el titán de los Montes.

César El Brujo remezclaba sus pócimas para lograr hechizar a la caballería amarilla, El Caballero Octavio de la Costa, poseído por el demonio, avanzaba a punta de lanza, custodiado por El Rey Darío y Sebástian con su sagrada hacha en mano. El Titán de los Montes falló la estocada, pero el Niño Santi lastimó profundamente la última línea de resistencia Garranda. Pero la fiebre amarilla no se anduvo con chiquitas y, liderados por el pequeño y escurridizo Lord Nine, consiguió perforar la barrera de defensa diseñada por Hernán el Gigante.

Gobernado por el mal, Octavio de la Costa desperdició una oportunidad única de derrotar al adversario y fue su última participación tras su reemplazo para curar las heridas sangrantes de su tobillos.
Lord Nine adelantó las líneas y la caballería verde comenzó a retroceder, Juan Sagáz adelantó su humanidad y expuso su vida para defender al veterano y herido Celso. Pero ante la menor duda, Garranda lastima, su vehemencia los lleva a posiciones insospechadas, sorprendiendo con el desorden y lastimando cada vez más.

Sebástian culminó la matanza que empezó Cremona el Valiente, quién clavó su espada desde atrás con total deshonor, pero otra vez, el legendario capitán, quedó fuera de batalla, como aquel 24 de mayo de 2008. El Brujo se puso su capa azul y continuó vociferando un sin fin de hechizos para que los vientos soplen a favor y el caos se apoderó de la disputa. Less ten rompía líneas y desafiaba a Celso el Oriental, mientras que desde lejos, Nicolás El Alce le juraba venganza inmediata.

Mientras, el Titán se hacía cada vez más furte y tras dos arremetidas tan oportunas como violentas, dio vuelta la condición de la batalla. Los furiosos garrandeses posicionaron las catapultas y el apedreo comenzó a lastimar, pero ese fue el momento de Juan El Sagaz y sus escudos de acero, que protegió como nadie la bandera verde y blanca en manos del Hernán el Gigante y en presencia del Ministro Juan José, que sin vergüenza ni orgullo, tomó los escudos de acero y se puso a la par del joven oriundo de las tierras de Pehua.


Patricio El Sicario, en su rol de sabio, le ordenaba matanzas al Rey Dario y a su hermano, Germán II, quién cubría cada flanco descubierto con su bravura asesina. Sebastián II, enloquecía de miedo pero ante un nuevo reto de vida o muerte, Cremona El Valiente, desenfundó su espada dorada y liquidó a sangre fría a las últimas esperanzas de Garranda. Lord Nine volvió a lastimar, pero ya sin fuerzas vió como su ejército se aferraba solamente a las catapultas que, paulatinamente, se veían destruidas por el temple y el corazón barrileteano.

La puesta del sol apagaba el fuego en los ojos de Sebástian, nada ni nadie le quitará el sabor de haber destruido las huestes de su histórico verdugo.

Cone

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