lunes, 28 de abril de 2008

Fecha 1 - Barrilete 2 vs Moroco 1

Como la primera vez


Todos recordamos aquel día en que comenzamos el camino para convertirnos en hombres, seguramente estuvimos ansiosos, se nos hizo difícil el "tramite" pero al llegar al final nos fuimos con una sonrisa de oreja a oreja.

De la mano de algún tío, incentivado por los amigos, con nuestra primera novia o bajo los servicios de alguna profesional; todos vivimos esa experiencia y nos sentimos muy bien. Muchas veces imaginamos el "cómo sería" y lo tratamos de planificar de la mejor manera pero, hasta que no se escucha el pitazo inicial, no podíamos saber que nos tenía preparado el destino. El primer escollo fue la designación del rival, rubia, morocha, flaquita o gordita, adolescente o convaleciente, toparse con quien sería nuestra socia experimental no sería para nada sencillo darnos cuenta de cómo había que jugar ese partido. Había que poner todo, los que estaban afuera esperando no podía tener una respuesta negativa ante la clásica pregunta de "y cómo te fue?". Empezamos a acercarnos, primero con caricias suaves, casi imperceptibles, ella esperaba, como contenida, pero se nos fue la mano, nos confiamos y todo lo que alguna vez nos habían contado, pudimos haber visto o habíamos planificado se nos derrumbó al minuto de juego. Un error, una mano presurosa o una palabra inadecuada hizo caer ese odiado baldazo de agua fría haciéndonos sentir frustrados, pensando "si empiezo así, mmm, voy directo al papelón", pero la historia recién transcurría en el prólogo. Ella había utilizado su poder para que no nos creyéramos que era una chica fácil aunque las vestiduras se iban despojando, poco a poco, con el transcurrir de los minutos, casi nada nos separaba de dejarla desnuda, expuesta, sin ningún tipo de defensa mas que la de sus limitaciones corporales. Nosotros cada vez mas seguros, las caricias empezaron a tomar fuerza, comenzamos a guiar los movimientos, a manejar el ritmo, intentamos definir lo que se caía de maduro pero no podíamos hacerlo, nos faltaba puntería. Sea como sea, esa "cosa" en el estómago nos dio la señal de que algo importante se acercaba y que, según la personalidad de cada uno, nos ponía en la situación de querer arrancar "ya" . Con amor propio y mucha vergüenza nos dimos cuenta de que había que remarla, de que lo fácil carece de valor y de que para algo estábamos en ese lugar, entre cuatro paredes, habíamos entendido lo que debíamos hacer. De a poco nos fuimos metiendo en clima, haciéndonos valer y manejando la situación. Fuimos poniendo contra las cuerdas a nuestra primera víctima , afinamos la puntería, la valla anunciaba una caída y en un susurro casi inocente logramos la confianza mutua necesaria para dar con la estocada, para clavar nuestra ilusión en el pasado y convertirla en realidad, ya estábamos adentro, raros, porque a pesar de buscarlo con insistencia nos tomamos nuestro tiempo para reconocer la sensación, para disfrutarla, para presentarnos y hacernos amigos, para prometernos la eternidad, no había memoria, porque entramos con la mente en blanco, comprometidos con no defraudar, pero tanta tranquilidad nos jugó una mala pasada, la ansiedad desapareció, el ceño se frunció y una fuerza interior nos quitó todo tipo de control, desenfrenados, sacrificando nuestras energías, nadie nos podía parar, ella ya ni nos miraba, solo le rogaba a Dios que nada malo le ocurra, que la proteja de tal imponente situación y, entre una mezcla de cosquilleo y desahogo, culminamos nuestra producción, con suspenso, sin respirar, paralizados, con el placer "on top" llegamos al climax. El final se desarrolló en un abrazo, nos aferramos a esa gran victoria, la de haber sentido que cumplimos con las espectativas, con la tranquilidad de haber dejado todo y de saber que sólo fue el comienzo de una historia que, de contraponerse con la historia de los grandes, no puede ser distinta a la que ya está escrita.

Cone(9)



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